domingo, 10 de mayo de 2015

Lo que las palabras guardan

Quizá si tuviera opción de poder hablar esto con detenimiento, no sentiría la imperiosa necesidad de escribirlo. Quizá si lo entendiera, tampoco. Pero escribir es una manera de organizar el pensamiento. Aún así, hay modos de pensar y, probablemente porque mi adolescencia fue compartida con mi gran amiga e interlocutora L., quizá por eso, mi pensar es dialéctico. Es por eso que suelo necesitar de otra persona  para ir andando con los pensares
Tanto preludio, tanto preludio…
Ayer tuve una tarde de lo más interesante. Tomando café en casa de mi vecina, tuvo lugar una lección sobre vocabulario de la siega. Todo comenzó porque otra mujer que había allí, amiga de mi vecina, preguntó cuántos “mollos tiña un face”. Le respondieron que 40. Claro, de esas palabras yo entendí, “face”  (haz) “tiña” (tenía) y “un”. Hombre, estaba más o menos claro que hablando de trigo, un mollo sería un manojo o algo así y un face varios mollos.


El caso es que empecé a preguntar, aprovechando además, que la señora amiga de mi vecina, no se había percatado de que yo no era gallega. Lo cual, os garantizo es una tranquilidad y una ventaja, porque de ese modo ella estaría relajada, no intentaría traducir ninguna palabra y yo tendría una ocasión excepcional de poder aprender un montón de palabras, como así fue. Cuando alguien se da cuenta de que procedes de otro planeta distinto, la comunicación se hace mucho más difícil, porque automáticamente estás situado fuera. Eso no significa que no te aprecien y te quieran, todo lo contrario, la hospitalidad del norte es increíble, pero desde fuera sólo se puede acceder a una parte muy pequeña de una cultura. En cambio, cuando puedes transitar desde dentro y desde fuera, la comprensión es mucho mayor.

En antropología es lo que se conoce como distinción ETIC-EMIC. No me voy a extender en este punto, si os mola la antropología podéis mirar en Marvin Harris que fue quien acuñó la definición etic y emic para esta disciplina.
El caso es que para conocer las palabras me tuvieron que ir explicando cómo era el proceso, porque no he segado en mi vida. Así que fui aprendiendo qué era un marroto, una meda, segar a puño, segar a golpe, etc.


Por la tarde fui de paseo con C., Tenía duda sobre el nombre de dos plantas: carqueixa y carpanza (bueno, esta historia es algo mayor, pero la simplifico). Me enseñó que la carqueixa se empleaba para encender el fuego. También me habló de la diferencia entre carpanza y uz, entre uz moural y blancal. A la uz moural también le llamó rubial, y añadió “non ves como rubean os montes?”. “Rubio” en galego hace referencia a colores encarnados o muy vivos. Me enseñó que la uz blanca ramifica más alto y la moural tiene raíces más profundas y es por ello que se emplea para hacer carbón.


Carpanza
Carqueixa
Uz blanca
Al fondo se ve una meda. Aira da casa da Pena, San Martín de Suarna
Mallega. Casa do Blanquín. San Martín de Suarna

Secadero de pimentón.Por debajo se hacía fuego, de modo que a esta parte sólo subía el humo y el calor.  Una vez seco, se pisaba y luego se llevaba al molino. A la derecha un cultivo de tabaco, cuando se repicaban las plantas, se hacía con la tierra encharcada.

Fue una ocasión estupenda para que me explicara cómo se hacía el carbón, porque justo el día anterior había acabado de hacerlo junto con O. Habían echado cuatro días en el monte para hacerlo. Salieron varias palabras que no apunté y que no conocía, pero el ataque de risa me entró cuando me dijo que finalmente se “coañaba o carbón”, yo le pregunté que qué era eso, y me dijo “igual que na mallega ó final, coañábase a puxa”. No sólo no me aclaró, sino que complicó todo aún más. A mallega sé que es el equivalente con diferencias a trillar. Pero claro, ni idea de lo que era a puxa. Vuelta a la situación inicial, al no haber participado nunca en una mallega, ni flores de lo que era “a puxa”. Así que me tuvo que hacer un resumen somero otra vez.
Finalmente, como definición inexacta “coañar” deduje que era  separar dos elementos mediante un “vasoiro” (escoba hecha de “xestas” habitualmente, un tipo de retama de flor blanca o con uz).




Por la noche, para continuar las lecciones, decidí llamar a mi padre para que me dijera qué palabras se utilizaban en su pueblo (Las Herencias, Castilla la Mancha), porque al ser trabajos que se han perdido son palabras que también se perderán, tenía mucha curiosidad por saber cuánto de diferentes eran en castellano-manchego. Tela, mi padre tiene estudios básicos, pero mi madre y él son dos personas con una curiosidad muy viva por conocer y una gran cultura. Sé que mi padre y mi madre siempre han lamentado no poder enseñarme más, pero realmente ha sido mucho lo que he aprendido y sigo aprendiendo de ellos.
Así que, mi padre lleno de alegría de poder enseñarme algo, comenzó por explicarme desde que se sembraba el trigo. Aprendí la diferencia entre el barbecho, un eirazo y el rastrojo, lo que es alzar la tierra, binar, terciar. También allí se segaba a golpe y a puño, en las Herencias a cuadrado, en San Román (el pueblo de mi madre) en fila. En fin, un montón de palabras.
Me preguntó si quería saber cómo se hacía el pimentón, porque también lo había hecho. Aluciné. Luego me explicó cómo se sembraba el tabaco. Si conocéis a mi padre, os animo a que os toméis un chato de vino con él y que os lo cuente.

Cuando terminé le dije a C., que me había encantado oír a mi padre contar todo eso, pero que en cierta manera, había un poso muy grande de tristeza en su voz cuando de vez en cuando paraba para decir, “tú verás, no voy a saberlo. Pero si he tenido que hacer de todo”.
C., que es un hombre de una inteligencia brillante, me dijo: “normal, ¿non te das conta de que tiveron que aprender un oficio para ter que logo cambiar de vida? O que viveron ó final non era o que estaban destinados a vivir.
Recordé todos los años en Madrid, el modo en que mi padre veía algunos programas de la dos como el que mira por una ventana para coger oxígeno. La tristeza que le invadía a él y a mi hermano cuando volvíamos del pueblo. Todos los años que mi madre y él vivieron en lo que llamaban “la cárcel”, para garantizar que nosotros pudiéramos estudiar para tener un futuro mejor que ellos.
Vuelvo la vista atrás y me vienen pensamientos sin hilar. El sacrificio de mis padres fue el sacrificio de su libertad, de su tierra y en cierto modo de su cultura.  Pienso además que este puto sistema no necesita a alguien que haya estudiado lo que he estudiado yo, que es mentira que estudiar me haya dado un futuro mejor.  Que el capitalismo es un parásito indestructible que se busca las mañas para mantenernos con vida pero sin llegar a levantar nunca del todo la cabeza. Que muta y que nos ha hecho necesitarle.
Finalmente me viene a la cabeza el epílogo del libro “Puerca tierra” de John Berger (gracias M. por hacérmelo conocer). Que si no lo habéis leído os lo recomiendo. Decía, que las economías de subsistencia son las únicas que ponen en peligro a este sistema parásito que es el capitalismo.
Aquí un fragmento del epílogo

Entonces, me sentí inmensamente afortunada, porque Galicia, en su agónica existencia me está mostrando una fracción de una cierta rebeldía ignota que radica en su seno.  Pese a todo, pese a políticas que van encaminadas a su destrucción,  cierto paganismo pervive, tres cocinas llegan a coexistir en un hogar y la riqueza de vocabulario boceta a los ojos de cualquiera, un patrimonio cultural inmenso que entre otras cosas,  ayer  me llevó a conocer un poco más mi hogar, pero también mis raíces.


Nota:
Un vecino de un pueblo cercano, me hizo unas correcciones, transcribo:
"Unha coañeira ou cuañeira non é un basueiro ou baxase. Se este é pequeno a outra é grande. O de xesta facíase sobre todo pra casa e pro forno,aínda que neste caso tamén se usa boxe pq aguanta ben sin queimarse. As coañeiras son habitualmente de budueira"
Gracias,L.!!
A, por cierto, es uno de los que sale en el vídeo.