martes, 19 de mayo de 2015

La manada

Ayer salí de nuevo a correr con ellos al monte, con Perla la mastín atigrada, y con Rex, el labrador.
Lo normal es que Perla se adentre mucho en el monte detrás de una ardilla, corzo, tejón, jabalí. Es la más rápida, la más independiente y la mejor sobre el terreno. Rex, en cambio, va siempre por detrás. Aún así, me parecen tan poderosos cuando estamos solos, que no dejo de admirarme.
Hay muchas cosas que yo ni oigo ni veo y que, con un poco de suerte, no veo hasta que no lo tengo encima. De las pocas veces que miramos los tres a un tiempo (tiene que ser un bicho muy ruidoso), me hace una ilusión tremenda. Una descubre que no deja de ser más que una mona pelada, con conciencia de sí, pero casi ciega, casi sorda, casi sin olfato y muy lenta.
Hay un momento precioso cuando los perros abandonan la espesura del bosque y regresan al camino para correr al lado de la humana. Son pocos minutos y nunca sé porqué lo hacen. Hay ciertos tramos o situaciones en las que corren a mi lado o detrás de mi, hay veces que paran y me esperan, veces que, cuando voy muy cansada, Rex viene a mi lado y me lame la mano.
Esa sensación de protección y de camaradería, lo confieso, no es algo que me suceda a menudo con humanos. No al menos de un modo tan orgánico y tan inmediato. Carece de dobleces, nos gusta estar juntos, correr juntos. Así de sencillo.
Está claro que los seres humanos somos sociedad en un proceso recíproco, somos humanos por tener sociedad y por tenerla nos convertimos en humanos. Pero en determinadas circunstancias en las que predomina el cuerpo y la mente se centra sólo en ahora, me gusta creer que abandonamos el pensamiento simbólico, que descienden nuestros umbrales sensitivos y asoma tímidamente lo que de animales hay en nosotros.
Sé que es una cuestión de creencia, quizá una necesidad vital o un modo de construirse, pero hay veces, corriendo con ellos, que por segundos me gusta pensar que somos una manada.
Rex sentado sobre un charco, Perla a la derecha y Toby, la última incorporación, el pequeño protegido de Perla.