viernes, 21 de junio de 2013

Los pajaritos cantan

En un pueblo de Guadalajara, cuyo nombre es demasiado vulgar para decir en este estupendo cuento, una chica de cabello negro y piel blanca como la nieve, hacía catarsis con su diario a falta de un psicólogo.
“Querido diario, otro día más. Yo pensé que esto podía ser divertido, y la verdad, al principio me lo pasaba bastante bien. Claro, que por comparación, cualquier cosa era mejor que aguantar a aquella narcisista en plena menopausia. Francamente, ahora me lo comienzo a plantear, pero bueno, vivo tan feliz en el bosque, hermanada con la naturaleza, hablo con los pájaros y en sintonía con la energía del universo... No es de buena educación criticar a quien te ayuda”.
Pero sucedió que los días pasaban y nuestra jovencita seguía escribiendo:
“Querido diario, los enanos me están comenzando a cansar demasiado. ¿Para esto me voy yo de casa? No te haces una idea de lo que es pasarse el día lavando calcetines tamaño minúsculo y calzoncillos negros, ¡dios sabe de qué! El caso es que la ratita presumida me ha dicho que de toda la vida esto es lo que se ha hecho y que todas las mujeres del mundo están bastante orgullosas de servirles a sus maridos, ¡pero es que yo tengo siete!! Me estoy comenzando a cansar demasiado de que encima me intenten tocar el culo cada vez que paso por su lado, con eso que están a la altura. En fin, mañana será otro día”.
Poco a poco la ira se iba abriendo camino en nuestra dulce doncella.
“Cinco de la mañana, levántate y prepara desayuno para siete, ten la ropa limpia para siete, haz siete micro camas, vete a comprar, quita toda las cagadas de los putos pajaritos, haz la comida, y encima pretenden que con el sueño que tengo a esas horas de la mañana sonría porque estoy feliz como una lombriz.
Mi único aliciente es chatear un rato con Wonderwoman. Ella si que hace lo que le da la gana, y no tiene que servir de ama de casa a nadie a cambio de alojamiento y manutención.
Me estoy comenzando a cuestionar, que esto sea una forma de prostitución, vendo mis servicios a cambio de comida. Querido diario, yo se que no es de ser una buena chica tener todos estos pensamientos, pero es que veo que mi vida no tiene futuro. Preferiría estar con la madrastra, que a fin de cuentas con un lexatín se quedaba tan relajada. Estos jodidos enanos cabezones ni dan las gracias. Les parece que mi sitio natural es soportar sus tonterías y la gilipollez de canción que cantan. Digo yo, con la jornada intensiva en la mina les da tiempo de sobra para hacer la casa por la tarde”.
El amor se abría camino...
“Querido diario, si no fuera por Wonderwoman, mi día a día sería insoportable. Aún no nos hemos visto, pero yo he visto fotos suyas en Internet. Es espectacular. Además, todo el día volando, con ese sentido de la justicia social, tan luchadora. No lo quiero pensar, pero tengo la sensación de que siento por ella algo más que amistad. Hace tiempo que le estoy dando vueltas. Quizá la semana que viene quedemos. A los enanos no les pienso decir nada, aprovecharé cuando se vayan a jugar al tute al bar del pueblo.
Este pueblo cada día me gusta menos. Dios, que asco de vida!! Wonderwoman, wonderwoman, wonderwoman...”
El chollo de los enanitos iba a pique...
“Querido diario, acabo de estar con Wonderwoman, es increíble. La he preguntado por su trabajo, por su vida, por lo que le gusta. Tiene una sonrisa preciosa. Dice que superman entiende como una perra, que ha tenido varios líos con Spiderman. Pero que ahora está un poco bala perdida, se tira las noches en un bar para osos, que son unos señores gordos con barba.
Le he preguntado si se cambia de ropa. La verdad, es que tanto tiempo dedicándome a lavar ropa a mano porque a estos no les da la gana comprar una lavadora, que mis únicos temas de conversación se reducen a la ropa y las comidas. Se ha reído. Me ha dicho que como es una mujer práctica se compra la misma ropa. Además tiene una imagen que conservar”.
Al día siguiente...
“Hoy me he hecho el desayuno para mi solita, no he hecho las camas y me he tirado todo el día chateando con Wonderwoman. Ha venido la madrastra a visitarme. Que me echaba de menos, que volviera, que estaba sola. Es lo que tienen los maníacos depresivos bipolares, tan pronto están mal como te vienen a regalar manzanas. Hemos hecho las paces. La he contado lo de Wonderwoman. Dios mío, el mundo es un pañuelo, ella estuvo liada con la madrastra de cenicienta”.
Llegó el gran día:
“Querido diario, me fugo con Wonderwoman. Me ha dicho que le parezco una chica muy dulce, y que le gusto. Que además se me ve decidida. No vamos mañana. Dios mío, ya no me da miedo reconocer que me gusta. Es tan fuerte y atractiva...
Pasaron varios meses y nuestra dulce muchachita escribía...
“Querido diario, ¿pueden las mujeres ser machistas? Me tiro el día en casa lavando el mismo traje a wonderwoman, preparándole el desayuno y ordenando lo que ella desordena. Dice que con sus sueldo nos da para vivir. Que prefiere que no salga, que hay mucha loba suelta y que yo soy demasiado dulce. ¿qué me pretende llamar? ¿ingenua?. La verdad es que la quiero mucho, pero mi situación no ha cambiado demasiado. Friego, barro, compro, intento agradar. Bueno, Nueva York tinen más alicientes, pero creo que estoy errando el camino. ¿qué puedo hacer?
Mucho a mi pesar hoy mismo lo dejo, que se lave ella solita la ropa.
A fin de cuentas quizá pueda empezar a sacarle partido a mis conocimientos de ornitología”.

1 comentario:

  1. Jajaja
    Taquillazo asegurado!
    Por qué se empeñarán en remakes de cuentos y comics pudiendo darles una vuelta de tuerca y adaptándolos a la actualidad?
    Te veo futuro como guionista...

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