Hay un dulce típico de la Semana Santa en Fonsagrada, la rosca
de Jueves Santo, que creo, encierra parte de la identidad de los fonsagradinos.
Me intentaré explicar.
Es una especie de pan dulce, sin ningún tipo de adorno,
tradicionalmente cocida en el horno de leña. Los ingredientes son muy básicos,
harina, huevos, mantequilla, leche y azúcar.
No es especialmente dulce, de
hecho el sabor que predomina es el de la mantequilla. Es bastante seco al
paladar. Para la gente que somos más bien del sur, es demasiado seco al
principio. Pero al probar el primer bocado, después de pensar: “yo con esto
haría torrijas”, quedas atrapado inexplicablemente.
Pese a la aparente sencillez del dulce, tiene un amasado muy
laborioso y mucho tiempo de fermentación, una noche entera. Es una masa
pegajosa por la cantidad de huevos y mantequilla. No me imagino cómo debe ser
amasar grandes cantidades.
Además, a mi no me parece un dulce para nada humilde si lo
pensamos en su contexto. Lleva una gran cantidad de huevos, de mantequilla,
azúcar. En fin, ingredientes y tiempo que no lo hacen ser un dulce como por ejemplo
las puches de mi tierra (gachas dulces a base de harina, anises y agua cuando
no había leche).
Lo veo muy espléndido, generoso, de abundancia, pero muy
sencillo y sin ostentaciones. Con una materia prima tan impresionante, que se
pueden permitir el lujo de que hable por sí misma, sin necesidad de adornos ni
nada. Hay que confiar mucho en los ingredientes que se usan para dejar que se
expresen con tanta naturalidad.
De hecho la cocina de aquí me sorprende por su aparente
simpleza y su innegable contundencia.
Cocina de montaña. Al principio choca, más aún cuando la cocina a la que estás
acostumbrada es radicalmente opuesta. Poco a poco fui aprendiendo su esencia,
cómo decirlo… fui aprendiendo a relajar el paladar y a apreciar la fuerza con
la que se manifiesta.
La rosca de jueves santo es sencilla y generosa pero también
fue y es expresión del trabajo que empezaba cavando. Si el pan fue el reflejo y
símbolo de un modo de estar en el mundo, la rosca es una versión sublimada.
Esto me hace pensar en el pan, en su grandeza, en su
importancia, y en cómo estos tiempos infames de panes infames, pretenden acabar
con los últimos vestigios de una forma de vida que pelea por sobrevivir en este
rincón del planeta.
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