miércoles, 31 de octubre de 2018

Destierro


Intimidad perdida, desterrada.
Un bosque talado al desamparo de la vertical luz del mediodía. Perdida entre mil luces artificiales, risas, humos, vaivenes de personas innominadas. Caos de caras ausentes y virtuales me desalojan de mí. Radicalmente. Me alejan del abrigo íntimo de mi silencio.
Vida expuesta. Cuerpos frágiles se anhelan desnudos en una tierra yerma de cercanía e hipertrofiada de proximidad. Qué paradoja, nunca nos había dejado tan solos el contacto. Nos buscamos tanto que apenas queda el espacio necesario para saber quiénes somos realmente. Nos herimos ciegos de soledad.
Poco a poco se nos olvida cuál era nuestro verdadero nombre. Dónde habitábamos hace no tanto tiempo. Cómo olía nuestro hogar.
Semillas diminutas a los pies buscan afanosamente el agua, la tierra. Una canción, un momento sin miedo, la recién descubierta sensación de frío, algo que preferimos callar.
Añoranza del bosque, el que daba asilo en mitad de la incertidumbre. Añoranza de su sonido uterino, la respiración cuando los oídos están sumergidos en agua. La soledad, la calma, el abrigo cálido del propio arrullo.
El bosque.


Fuente: Wikipedia
Autor: Basotxerri

viernes, 19 de octubre de 2018

Esperanza

Fuente: Wikimedia Commons
Illustration by John Bauer
Ignorar el hecho de no poseer alas. Un instante. El vuelo de las grullas.
 Niels Holgersson se esconde diminuto en algún momento de la infancia olvidada. La gratitud se abre paso a través de la garganta porque el sonido de las grullas lo ha despertado de su rincón.
Ahora parece posible atravesar Europa a lomos de un ganso. Es una efímera  píldora de luz que
sobrevive a la tristeza.
Las grullas atraviesan el cielo.
Poco a poco, como si se echara la noche más oscura, la luz se va apagando con los últimos sonidos.  Las grullas se han marchado y de nuevo no le han llevado con ellas.
Niels Holgersson vuelve a dormir cálido al abrigo de la desesperanza. 
Sabe que las grullas volverán a por él.