lunes, 3 de diciembre de 2018

Mentira podrida


Todo el mundo miente. La mentira, la trampa, el truco, la estafa, los embustes, las artimañas y las medias verdades pueblan y dibujan el gran teatro de la estafa en el que hemos convertido la cotidianeidad.
¿Carácter mediterráneo? ¿Un sistema corrupto que tolera las pequeñas corruptelas? ¿Una moral dormida en tiempos difíciles?
Vaya por donde vaya tengo la sensación de que la trampa nos acompaña. La honestidad, la sinceridad y la lealtad, no solo están en peligro de extinción, se consideran defectos poco adaptativos y a corregir. Esto hace que sea profundamente descorazonador mirar en los ángulos muertos de las personas. Cuanto más crezco más me decepciona el mundo adulto al cual aspira a llegar cualquier adolescente.
La norma en este país está hecha para saltársela. Podemos pensar en políticos, en tratos de favor, en colar a alguien, etc. Todo ello son diferentes formas de mentira: el instituto, en los trabajos, en el ámbito doméstico. Todos mienten, orgullosos de no ser pillados, encantados de haber estafado, cada uno en la medida de sus posibilidades.
¿En qué me convierto como profesora? En una policía de pillar chuletas, móviles y pinganillos inalámbricos. Vivo desconfiando de mi propia sombra y de paso desconfiando de la humanidad. ¿En qué hemos convertido la educación? ¿En qué nos hemos convertido como sociedad? En una panda mentirosos que están deteriorando la convivencia, haciendo del fraude un modo de vida, si es que se le puede llamar vida a esta farsa.
¿Qué sentido tiene este sistema en el que todas las horas de enseñanza y aprendizaje deben cristalizar en un examen y en una nota? Ninguno.  Sálvese quien pueda, todo el mundo a engañar.
¿Qué puede haber detrás de la mentira? Cobardía, una de las formas más rastreras de cobardía, la más asquerosa. El miedo a hacer frente a nuestras acciones o la ausencia de ellas lleva hacia el terreno cenagoso de la mentira, porque se miente cuando no se es capaz de enfrentar lo que el espejo devuelve. La debilidad del mentiroso es lo difícil de digerir. Su incapacidad para responsabilizarse de sus actos.
No hay blancos absolutos o negros absolutos, supongo que no todo el mundo miente pero hoy, justo hoy, otro ladrillo se me cae.