Boquean en busca del oxígeno, incapaces, mueren al sol.
Quizá aire que quema o agua sin fisuras, quizá pulmones heridos, branquias de asfalto.
En cualquier caso, una nada amorosa: vastísima red de ausencias.
Parecen besar hambrientos esperando el pedazo de pan. Esa palabra que hoy como ayer, bastó para sanarlos.
Tal vez no sean peces sino renacuajos, aferrados a viejas palabras, temerosos ante el cambio inevitable. Tal vez palabras nuevas los transformen.
ResponderEliminarLa metamorfosis, sean lo que sean, es inminente.
EliminarUn abrazo,