viernes, 28 de diciembre de 2018

Circunstancias obesogénicas


Mientras corría me he dado cuenta de que una persona obesa nunca deja de serlo a nivel identitario. Aunque se pierda peso e incluso nunca se vuelva a recuperar, la gordura es una parte inherente de la identidad, siempre que esta obesidad no fuera algo pasajero y anecdótico en la vida.
Los (escasos) kilómetros me hacen pensar en mi propia vida y necesito enenderla.
Por motivos que no vienen al caso venía pensando en Ortega y Gasset, concretamente en la circunstancia como constitutiva del yo y el yo constitutiva de la circunstancia. Es sencillo vincular esta cuestión al caso particular de los ambientes obesogénicos.
Una persona es obesa en gran medida por el ambiente en el que vive, este ambiente incluye: la situación socioeconómica, las costumbres (heredadas en gran medida de su familia), la presión publicitaria de la industria alimentaria, las manifestaciones culturales referidas a la gastronomía o el modo en que celebramos la alegría y la tristeza y la información de la que disponemos. Hay más, qué duda cabe, pero examinemos las más exteriores.
Ese ambiente ha configurado la forma particular de ser, de sentir y de expresarse, teniendo como un síntoma visible la obesidad, uno de muchos. A su vez, el hecho de pesar 20, 30, 40 ó 50 kilos de más marca la vida y las relaciones de las personas. Puede parecer una exageración, pero conviene recordar que hay hospitales que no tienen ni batas, ni camillas, ni aparatos de resonancia preparados para personas con obesidad. Sirva este ejemplo y extrapólese a cualquier situación, aviones, autobuses, comprar ropa, la silla de un bar, etc.

Como comentaba en este otro artículo, hay un prejuicio[1] muy sólido instalado en la sociedad acerca de las personas con obesidad, a saber: que ellas son culpables de su estado debido a cierta debilidad de voluntad. Se asocia a la pereza a la falta de higiene y a la falta de inteligencia. Este prejuicio hace que a veces estas personas no sean tratadas por el personal médico como debieran, ya que se enfocan los diagnósticos en la obesidad sin investigar otras causas. Hay prejuicios similares en torno a la depresión o a las adicciones.
Si pensamos en los cánones de belleza y en la presión estética, añadiremos otro ingrediente a la receta del malestar. Nadie es tan fuerte como para pasar por burlas y salir ileso. La agresión constante tanto propia como ajena hacia el cuerpo es, creedme, algo inenarrable. Se aprende a llevar, como se aprende a sobrevivir, pero la vida es otra cosa.
Todo eso ha configurado nuestra circunstancia, a veces durante años y a veces durante toda la vida. ¿Es posible dejar atrás lo que fuimos, lo que vivimos, el trato que nos dieron y que dimos? No lo creo. Forma parte de nosotros, ese hecho particular (30 kilos de más) ya forma parte de nuestra manera de sentir y dirigirnos al mundo, ha constituido nuestro propio mundo y como tal, enfoca al futuro en una serie de caminos que, si bien son variados en número, no son infinitos. No hablo de determinación, pero sí de influencia.
Nunca podremos borrar el pasado, porque pese a que ya no es más, ha cristalizado en nosotros y ha conformado nuestro existir, nuestro mundo. Podremos adelgazar o no y podremos estar sanos y fuertes; podemos gozar de un modo saludable de nuestra vida y de nuevos placeres hedonistas; podremos gustarnos más; pero somos en cierta medida gracias a lo que hemos sido.
No sé si cabe hablar de orgullo, pero sí de afecto por quienes hemos sido y por quienes aún seguimos siendo. Nos debemos ese afecto.

[1]Algunos estudios relativos al impacto de la estigmatización de la obesidad.
1.       Marieke ten Have, Agnes van der Heide, Johan P. Mackenbach, Inez D. de Beaufort. “An ethical framework for the prevention of overweight and obesity: a tool for thinking through a programme’s ethical aspects”. The European Journal of Public Health Advance Access published August 8, 2012
2.       M. ten Have, I. D. de Beaufort, P. J. Teixeira, J. P. Mackenbach and A. van der Heide. “Ethics and prevention of overweight and obesity: an inventory”. Obesity reviews, doi: 10.1111/j.1467-789X.2011.00880.x
3.       Roberta R. Friedman, ScM, Rebecca M. Puhl, PhD, “Weight bias. A social justice Issue. A policy brief”. Yale Rudd Centre for food policy and obesity. 2012. www.yaleruddcenter.org
4.       Rebecca M. Puhl, PhDcorresponding author and Chelsea A. Heuer, MPH. “Obesity Stigma” Am J Public Health. 2010 June; 100(6): 1019–1028. doi:  10.2105/AJPH.2009.159491
5.       “Impact of weight bias and stigma on quality of care and outcomes for patients with obesity”. Phelan SM1Burgess DJYeazel MWHellerstedt WLGriffin JMvan Ryn M.





2 comentarios:

  1. Desde luego, también el maestro Ortega nos recuerda que el pasado está presente en nuestras ideas, creencias y decisiones. Estar a la altura de nuestro tiempo, precisamente, consiste en saber cargar sobre nuestras espaldas ese pasado. Gracias por tan ilustradora entrada. Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias a ti por tu aportación. Con muy pocas palabras has arrojado luz sobre mi pequeño caos.
      "Estar a la altura", creo que puede ser el inicio de otra reflexión más.
      A veces creo que todo se acaba resumiendo siempre en el "conócete a ti mismo"
      Un abrazo y muchas gracias de nuevo.

      Eliminar