Mientras corría me he dado cuenta
de que una persona obesa nunca deja de serlo a nivel identitario. Aunque se
pierda peso e incluso nunca se vuelva a recuperar, la gordura es una parte
inherente de la identidad, siempre que esta obesidad no fuera algo pasajero y
anecdótico en la vida.
Los (escasos) kilómetros me hacen
pensar en mi propia vida y necesito enenderla.
Por motivos que no vienen al caso
venía pensando en Ortega y Gasset, concretamente en la circunstancia como
constitutiva del yo y el yo constitutiva de la circunstancia. Es sencillo
vincular esta cuestión al caso particular de los ambientes obesogénicos.
Una persona es obesa en gran
medida por el ambiente en el que vive, este ambiente incluye: la situación
socioeconómica, las costumbres (heredadas en gran medida de su familia), la
presión publicitaria de la industria alimentaria, las manifestaciones culturales
referidas a la gastronomía o el modo en que celebramos la alegría y la tristeza
y la información de la que disponemos. Hay más, qué duda cabe, pero examinemos
las más exteriores.
Ese ambiente ha configurado la
forma particular de ser, de sentir y de expresarse, teniendo como un síntoma
visible la obesidad, uno de muchos. A su vez, el hecho de pesar 20, 30, 40 ó 50
kilos de más marca la vida y las relaciones de las personas. Puede parecer una
exageración, pero conviene recordar que hay hospitales que no tienen ni batas,
ni camillas, ni aparatos de resonancia preparados para personas con obesidad.
Sirva este ejemplo y extrapólese a cualquier situación, aviones, autobuses,
comprar ropa, la silla de un bar, etc.
Como comentaba en este otro artículo, hay un prejuicio[1]
muy sólido instalado en la sociedad acerca de las personas con obesidad, a
saber: que ellas son culpables de su estado debido a cierta debilidad de
voluntad. Se asocia a la pereza a la falta de higiene y a la falta de
inteligencia. Este prejuicio hace que a veces estas personas no sean tratadas
por el personal médico como debieran, ya que se enfocan los diagnósticos en la
obesidad sin investigar otras causas. Hay prejuicios similares en torno a la
depresión o a las adicciones.
Si pensamos en los cánones de
belleza y en la presión estética, añadiremos otro ingrediente a la receta del
malestar. Nadie es tan fuerte como para pasar por burlas y salir ileso. La
agresión constante tanto propia como ajena hacia el cuerpo es, creedme, algo
inenarrable. Se aprende a llevar, como se aprende a sobrevivir, pero la vida es
otra cosa.
Todo eso ha configurado nuestra
circunstancia, a veces durante años y a veces durante toda la vida. ¿Es posible
dejar atrás lo que fuimos, lo que vivimos, el trato que nos dieron y que dimos?
No lo creo. Forma parte de nosotros, ese hecho particular (30 kilos de más) ya
forma parte de nuestra manera de sentir y dirigirnos al mundo, ha constituido
nuestro propio mundo y como tal, enfoca al futuro en una serie de caminos que,
si bien son variados en número, no son infinitos. No hablo de determinación,
pero sí de influencia.
Nunca podremos borrar el pasado,
porque pese a que ya no es más, ha cristalizado en nosotros y ha conformado
nuestro existir, nuestro mundo. Podremos adelgazar o no y podremos estar sanos
y fuertes; podemos gozar de un modo saludable de nuestra vida y de nuevos
placeres hedonistas; podremos gustarnos más; pero somos en cierta medida gracias
a lo que hemos sido.
No sé si cabe hablar de orgullo,
pero sí de afecto por quienes hemos sido y por quienes aún seguimos siendo. Nos
debemos ese afecto.
[1]Algunos estudios relativos al
impacto de la estigmatización de la obesidad.
1. Marieke ten Have, Agnes van der
Heide, Johan P. Mackenbach, Inez D. de Beaufort. “An ethical framework for the
prevention of overweight and obesity: a tool for thinking through a programme’s
ethical aspects”. The European Journal of
Public Health Advance Access published August 8, 2012
2. M. ten Have, I. D. de Beaufort, P.
J. Teixeira, J. P. Mackenbach and A. van der Heide. “Ethics and prevention of
overweight and obesity: an inventory”. Obesity
reviews, doi: 10.1111/j.1467-789X.2011.00880.x
3. Roberta R. Friedman, ScM, Rebecca M.
Puhl, PhD, “Weight bias. A social justice Issue. A policy brief”. Yale Rudd
Centre for food policy and obesity. 2012. www.yaleruddcenter.org
4. Rebecca M. Puhl, PhD and Chelsea A. Heuer, MPH. “Obesity Stigma” Am J Public Health. 2010 June; 100(6): 1019–1028.
doi: 10.2105/AJPH.2009.159491
5. “Impact
of weight bias and stigma on quality of
care and outcomes for patients with obesity”.
Phelan SM1, Burgess DJ, Yeazel MW, Hellerstedt WL, Griffin JM, van Ryn M.
Desde luego, también el maestro Ortega nos recuerda que el pasado está presente en nuestras ideas, creencias y decisiones. Estar a la altura de nuestro tiempo, precisamente, consiste en saber cargar sobre nuestras espaldas ese pasado. Gracias por tan ilustradora entrada. Un abrazo
ResponderEliminarGracias a ti por tu aportación. Con muy pocas palabras has arrojado luz sobre mi pequeño caos.
Eliminar"Estar a la altura", creo que puede ser el inicio de otra reflexión más.
A veces creo que todo se acaba resumiendo siempre en el "conócete a ti mismo"
Un abrazo y muchas gracias de nuevo.