Al hilo de las ensoñaciones...

domingo, 24 de marzo de 2019

Realidad vulnerada


“La metáfora vulnera la realidad”, hace atravesar la luz por medio de las articulaciones de lo real, tornándola frágil, deshaciendo su opacidad.
La poesía como arma. Versos que vulneran miradas y las hacen cristalinas. La poesía nos rompe, nos rompe precisamente porque con ciertas máscaras, derriba las nuestras.
Pese a que a Nietzsche le pareciera que las palabras son metáforas que han perdido su valor a fuerza de uso y han llegado a suplantar aquello que representan, en realidad la poesía tiene la capacidad para asombrar, para conmover y para desarmar a quien la lee y a quien la escribe, mucho más lejos de las palabras con las que se expresa.  Parece como si de ellas, todas juntas y al amparo de su creador, se destilara algo diferente.
Leemos poesía porque necesitamos entender la vida más allá de la lógica, necesitamos quitarnos las máscaras y ser frágiles al abrigo de las creaciones ajenas. Nos exponemos a la vida. Risas que vulneran la serenidad, gestos que vulneran palabras y las hacen inútiles. Queriendo suplantar lo real nos acercamos a ello, despojados de todo artificio. Nos fragilizamos porque necesitamos sentir sin las dobleces de los juegos sociales que dicotomizan fútilmente lo que es único de por sí. 
Es sencillo deshacerse de los muros habituales arropados por las metáforas. La vida vulnerada a través de ellas nos recuerda lo frágiles que somos y nos acerca al otro, a su calor, a su dolor. Lo entendemos de forma inmediata en medio del pecho.
No es la poesía lo que perseguimos, sino desnudar la vida y acercarnos mutuamente un poco más, porque la existencia es por definición el desamparo y la metáfora el abrigo que lo sublima.