Compré girasoles y pan de centeno, aceitunas negras, sushi y una guirnalda de luces; dos reposa palillos y dos platitos para el tamari. Regué las plantas, adorné mi prosa y coloqué los libros por orden de ilusión. Todo para que entendiera mi gramática barroca.
Y fue así como supe que en esta casa el color de los manteles para cada comida no respondía al azar, sino a la belleza que soy capaz de ver.
Y fue así como comenzó la historia, la mía.
Fue así como se bajó el telón, el tuyo.