Al hilo de las ensoñaciones...

lunes, 18 de marzo de 2013

COMO LAS LOCAS

Mi determinación preludiaba una fabulosa mañana de domingo. Nunca falla, si lo veo, saldrá bien. Y así fue.
El momento de calzarse las zapatillas es realmente mágico, el hormigueo en el estómago, las piernas empiezan a sentirse ligeras, en ese momento nada  es un freno, sólo se quiere correr, correr como alma que lleva el diablo.
A veces pienso que me pasa igual que al Rex cuando era cachorro, andaba subiendo y bajando terraplenes para probar hasta dónde llegaban sus fuerzas. Nos miraba, pidiendo un poco de ánimo, algún refuerzo y se tiraba montaña abajo para luego volver a subir. Le bullía la sangre de lobo.
Así me sucede, me emociona saber hasta dónde podré llegar, cuánto me voy a superar esta vez. Me emociona y me pone nerviosa mi propia cabeza, cuando los pulmones empiezan a arder y los cuádriceps a picar, empieza la guerra. Y ese momento de lucha me encanta.
“Podré, no podré, puedo, no, voy a parar, esto no tiene sentido, para qué coño sufro, yo no sirvo para esto, ya me lo decía mi madre “hija tu no corras que estás gordita y te sofocas mucho”. Joder puedo, mira cómo puedo, ¿Cuánto queda?, ya queda poco, puedo, aguanta un poco más ya casi llegamos arriba, lo tenemos, lo tienes, lo tienes. Y ahora es sólo bajar.
 Suave
Suave
Todo marcha, puedes. Ya no te arden los pulmones, recupera. ¿Lo ves? No te has muerto. Relájate, disfruta”.
El tramo primero en mi recorrido habitual es un calvario que cada día afronto de una manera. El otro día fue horrible. Pero lo hice. Después de llegar al primer pueblo atajé hacia Llencias por el Camino primitivo de Santiago, realmente agotada. Así que decidí relajarme y hacer lo mismo que el perro, a veces andando tranquilamente, otras trotando y otras corriendo.  A mi aire y sin complejos.
Pero el tramo realmente divertido fue cuando me alejé de la carretera principal por la pista de Llencias. Me regalé un trote sabiendo que podía. “Hasta casa, ¿A qué no te atreves?”. ¡Claro!. El sol salió, y vi mis adorados montes desde otra perspectiva (Por simple que parezca, este hecho me hace tremendamente feliz), sin coches, sin gente, sin ruido, solo el sonido de mis pies y mi respiración. Suavemente, corriendo como nunca lo hice de niña. Trotando y sonriendo como las locas.
Al llegar al pueblo me perdí un poco, pero una vez encontrado el camino, me volví a retar en mi esquizofrenia peterpaniana: “¿A que no vas corriendo hasta el pueblo?”, “¡Pues claro, ya te lo he dicho!”. Como las locas.
Lo más curioso de todo es como los pies se van acoplando al terreno, como vas anticipando con sólo décimas, el siguiente movimiento, calculando la dureza del camino, el barro, las piedras. Es casi como un baile improvisado.
Es curioso,  de todo esto, lo que más difícil me resulta no tiene nada que ver con el esfuerzo físico, sino con la mística del deporte y los complejos de la infancia. El lado místico, profesional, de marcas y tiempos sobrehumanos, de gente más cerca del Olimpo que de la tierra. Es sencillo arrastrarse y cegarse con ese deslumbrante mundo y mirar para uno y ver un pequeño y débil ser que no puede luchar en esos combates. Los malditos complejos y frases machaconas, “tú no puedes”.
Finalmente, entre los ecos de daños antiguos y los estereotipos que uno mismo fabrica, se pierde el norte y el significado. Se trata de disfrutar, de correr porque sí, sin más, por el puro placer de hacerlo, correr sin lastres, correr sin miedo, sin miedo a correr, sin miedo a caer, sin miedo al cansancio, sin miedo a nada.
Y corremos porque queremos
Porque podemos
Porque,
los niños y los perros no tenemos miedo.
Sólo tenemos
ganas de correr.

3 comentarios:

  1. De verdad.... qué ganas de salir a correr como las locas, de desgastar y destruir esos miedos antiguos casi gravados a fuego en el alma, esos complejos, esos no puedo... pero ya estamos, sin duda, en el camino! ¡cómo las locas!!!

    ResponderEliminar
  2. Que gusto el correr por correr, sin preocuparse de si lo hacemos rápido o lento, de cuantas personas entrarían por delante de nosotros en el Maratón de Berlín. Solamente correr por el campo, a ritmillo, caminando de vez en cuando, disfrutando las sensaciones.
    Porque queremos, nada más.

    ResponderEliminar
  3. ¡Gracias por los comentarios!. La verdad es que son placeres (de los tantos) que permanecen escondidos. Pero como se suele decir, la verdad siempre sale.

    ResponderEliminar