Al hilo de las ensoñaciones...

jueves, 11 de diciembre de 2014

Adios Tino. Adios Cordelia

Pensé que no te quería. Pensé a veces que te odiaba, y ahora que te marchas para siempre de mi lado, siento que una parte muy bonita de mis experiencias se van contigo.
Resulta que si te quería, pero tú nunca lo sabrás.
Llegaste casi por casualidad y en parte me sentí obligada a quererte. Eras claramente el mejor. A los dos nos costó adaptarnos. A ti te costarían mis malas maneras, a mi tus formas. Estar contigo era tener más ventajas, pero yo soy una romántica y nunca había soñado contigo.
Pero recuerdo que allí estuviste al pie del cañón en la mudanza de Padrón. Mi primer año en Galicia. Silencioso y sin aspavientos pero fuiste capaz de todo.
Fuiste tú el que me enseñó los atardeceres interminables en Castilla León, tantas luces vi contigo... Tantas lunas llenas. Cada día me subías de San Martín a Fonsagrada a ritmo de Van Morrison. Sonaba "It Stone me", Una de mis canciones favoritas estará vinculada a tu recuerdo. 

Esa sensación de salir de entre la niebla y tantas emociones por vivir allí, todas ellas se intensificaban contigo, en ti las podía hacer presentes, saboreaba el incipiente amor por los paisajes que hoy me acogen como una más.
Me sentí tantas veces libre a tu lado, tan libre. Me sentí libre como nunca en mi vida, como con nadie. El mundo era nuestro, los cielos todos. Era como nadar, como no tener límites.
Me sentí protegida dentro de ti, me aguantaste, me acogiste cuando el mundo me parecía hostil, me diste valor.
Disfruté tanto a tu lado, mi mudo compañero…
Nuestro último viaje fue brutalmente bonito. Fuimos escuchando "Cuando los elefantes sueñan con la música". Decidí ir de Ferrol a Fonsagrada por Villalba y Meira. Iba pensando en Nietzsche, en las tres transformaciones, en el camello el león y el niño. Me asombré de la recta de la Terra Cha.
En un arrebato de insensatez saqué esta foto de la recta de la Terra Chá aquel fatídico día

Me asombré de cómo iba cambiando de planeta desde la costa al interior. Mientras, sonaba la música y la bonita voz de Galilea. 
Recuerdo pensar en cómo cada vez que subía me sentía llegando a casa. A Fonsagrada siempre se sube. Disfruté tanto ese último viaje. Iba contenta, era viernes y me iba a cortar el pelo.
Mi mudo compañero, irás ahora al cementerio de los coches viejos, pero una parte de mi, esa parte que se encarga del apego, te queda enormemente agradecida. Una parte de mi vida se va en tus ruedas, en cada kilómetro que hicimos juntos, en cada tarde, en cada canción que me oíste cantar. Mi mudo compañero, gracias por los kilómetros, gracias por todas las sensaciones que sólo tú y yo sabemos. Todas, incluso la de terror cuando supe que te ibas de mi lado.
Toda mi infancia me imaginé conduciendo, y ¿sabes qué? A tu lado fue exactamente como lo había imaginado.
Dicen que la energía ni se crea ni se destruye. Tus piezas acabarán siendo chatarra, pero cada instante a tu lado, lo atesoraré como una parte preciosa de mi propia historia.
Adios Tino, Adios Cordelia.


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