Al hilo de las ensoñaciones...

jueves, 1 de enero de 2015

Valor. "The help"

Como cuando te comes un pastel muy rico y piensas que algo va mal. Analizas porqué te gusta tanto  y descubres que hay dos ingredientes mágicos en cualquier postre, que lo hacen infalible, a saber; el azúcar y una grasa adecuada.
Acabo de ver “Criadas y señoras”, no diré que no me gusta, me ha gustado mucho. Pero me ha parecido una versión la realidad más comestible que el libro “El color púrpura”, con un sabor más intenso a la bilis más amarga del ser humano. Una realidad que sigue siendo de esas bastante oculta, como tantas otras en las que las protagonistas son mujeres de raza que no sea blanca.
Creo recordar que en una de las partes del libro decía: “eres negra, eres esclava, eres lesbiana, no vales nada”
Una versión de fácil digestión.
Iba pensando varias cosas mientras la veía. Me ha gustado cuando dice su protagonista: “fue la primera niña en quedarse embarazada”. Pensaba, con qué pocas palabras se puede llegar a decir tanto. ¿Cuántas niñas en cuerpos adultos? ¿Cuántas de nosotras somos aún crías? ¿Cuántas metidas en la puta espiral de parir sin haber terminado de crecer aún? ¿Entregando miedos a los hijos que nunca nos pidieron nacer? ¿Cuántas heredando nudos y regalando redes de problemas sin resolver? El miedo, el abandono, la inseguridad, mal digeridos. Niñas cuidando niños. Niñas obligadas a crecer un poco más rápido que el niño con el que juegan a ser mayores.
Quizá soy dura escribiendo, pero es mi blog y me siento en derecho de decir lo que pienso.
Todas pensamos que no habla de nuestra vida, pero en el fondo sabemos que el carnet de padres es gratis y no te quitan puntos si la cagas.
En otro orden de cosas, pensaba en algo que decía mi amigo Manu acerca del poder. Yo decía que nos movemos por hambre, sed, sexo y cobijo. Él añadía las necesidades secundarias, el poder. Decía que el ser humano, no es sólo animal, que también está el poder como motivación a diferencia de estos. Así que puse mi cabeza a funcionar, porque por principios, me niego a creer en esa afirmación.
Pensé, “quizá la libertad nos hace un poco diferentes a los animales” (vaya por delante que la creencia  en ser animales y no humanos es la idea que cobra peso en mi concepción del mundo). Los animales se rigen por instintos, nosotros deseamos libertad. Claro, si, y ahora observemos mirada de un perro encadenado, un mono enjaulado. Dime, dime que no necesitan libertad, dime que es una necesidad humana sólo.
No.
En este punto enlazo con la película. Dice la madre de la otra protagonista, “el valor a veces se salta una generación, gracias por traerlo de nuevo a nuestra familia”. A riesgo de meter la pata por falta de madurar la idea, creo que el valor es más humano que la necesidad de poder. El valor no es una motivación, sino quizá más bien la llave de la libertad. El camino que encuentra la determinación a realizar lo que deseamos.
El valor, ¿Necesitan valor los animales? Teniendo en cuenta que su comportamiento es instictual, ¿Necesitan valor para hacer, para vivir?
No puedo dar una respuesta definitiva a esto. Estoy acostumbrada a pensar dialécticamente.
Valor, ¿en realidad qué implica tener valor? Audacia. Vencer el miedo, confiar en la capacidad de uno, querer conseguir un objetivo y marcarlo con una diana. Apresar para nosotros la oportunidad, hacerla nuestra, calcular los riesgos, hacer uso de la phroenesis. Oh  Aristóteles, ¿Dónde estás cuando se te necesita? ¿Qué es el valor?
Valor de decirnos mentalmente que sí,  de regalarnos la esperanza, la seguridad.
Esa cualidad masculina, la reclamo para nosotras, mujeres. Reclamo decir si, y decir no. Reclamo, como siempre, enseñar los dientes, atrapar la presa con los dientes y hacerla nuestra.

El tiempo es nuestro, la vida es nuestra mujeres, retornemos el valor a nuestra familia.

2 comentarios:

  1. Interesantísima reflexión (como siempre).

    Es verdad. Si que opuse a la lista de "necesidades básicas" unas cuantas que no se suelen poner en el listado en ese tipo de enfoque y que tienen que ver con nuestra diferencia con otros animales. Frente a las necesidades de cobijo, vestido, sexo (reproductivo), alimento... se me ocurrieron, sin meditarlo mucho, algunas como la necesidad de dominación, el deseo de poder, el de reunir dinero sin ningún otro fin que su acumulación... necesidades que vienen de nuestra "naturaleza" de animal simbólico, nuestra naturaleza "antinatural" capaz de llevar una vida de castidad o de llegar a la inanición por algo tan abstracto como un ideal político, de juntar pasta sin otro fin que ser un poco más rico aunque no haya ninguna necesidad que cubrir con ese dinero.

    Es verdad, sin duda, que tenemos otros motores, en algunos casos más potentes o, por lo menos, algunas personas, tienen un motor más potente que las "necesidades primarias" o que la rapsodia de feos conceptos que reuní en mi mente sucia.

    El valor es uno de esos motores. El valor, lo señala Jose Antonio Marina en Anatomía del miedo, no es, como el miedo, algo con lo que pueda lidiar la psicología. El miedo es una sensación y produce cambios observables. Se puede pesar y medir. El valor no. El valor no es una sensación (de hecho, la sensación que suele acompañar al valor es el propio miedo que se está enfrentado y que no suele desaparecer).

    Quizá es que el valor no consiste en vencer el miedo, sino en asumirlo y ser capaz de actuar, de construir, de avanzar, de enfrentarlo, estando él presente. Sin duda al actuar con valor le quitamos al miedo algo de poder sobre nosotros, pero ahí sigue. Sin miedo no hay audacia que nos sirva de motor.

    Enseñar los dientes, pelear como gato panza arriba. No sé si es más humano el valor que la necesidad de establecer relaciones de poder sobre otras personas. Quizá unos seres humanos opten por una cosa y otros por otra y eso sea lo que nos diferencia, por lo menos a ratos.

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    1. Muy interesante reflexión eso de que la sensación que acompaña al valor es el miedo.
      Una persona me dijo un día "no se trata de no tener miedo, sino de hacerlo pese al miedo".
      Y como muy bien dices, es esa naturaleza simbólica del ser humano el que disfraza las vidas de colores diferentes.
      Gracias por la aportación ;)

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