Al hilo de las ensoñaciones...

martes, 7 de abril de 2020

Pesadilla recurrente


No logro recordar lo que decía el mensaje exactamente. Algo así como: "hasta que finalice el estado de alarma sanitaria, la actividad de la empresa queda suspendida…" Pero sé si lo mandó Juan o fue Ángel. Lo debí de borrar medio dormida, porque por más que lo busqué en la bandeja de entrada no estaba, ni en la papelera. Ahora ya poco importa. Un mes de inactividad no venía mal. Era lo que más deseaba. Parecía un sueño hecho realidad.
Madre mía. Son las 6,45. Tengo el reloj biológico a prueba de bombas. Llevo tanto tiempo confinada y aún me sigo despertando pronto. Bajo un poco más la persiana. Lo mejor será dormir un par de horas más porque sino el día se me va a hacer muy largo, como ayer y el día anterior. Ya queda menos para verano.
Mi plan: vida austera, algo de ejercicio, nada de móvil, nada de tele ni radio, mucha lectura, poner en orden los escritos y seguir con las acuarelas. No es un castigo, ha de ser una forma para hacer de esto la oportunidad de crecer interiormente. Tengo la compra hecha para las dos semanas siguientes. Y con los ahorros puedo tirar otra temporada. El despido es temporal pero nunca se sabe.
Es cuestión de aguantar algo más esta situación. Al principio lo más complicado fue lo del móvil, de eso no cabe duda. Pero ya avisé a todo el mundo de que me iba a desconectar. Apagué antes de que me dieran respuesta, fue lo más sensato porque me habrían convencido de lo contrario. Pero ya me conocen, saben que soy un poco excéntrica a veces. Tuve la prudencia de eliminar WhatsApp, me daba miedo que se me bloqueara el terminal cuando lo volviera a encender. Muy bien Mari, eres una tía madura, hecha a ti misma. Muy bien.
Así pues, hoy cuando me levante haré limpieza, un poco de yoga. Esta limpieza digital ha sido muy saludable para mi mente. Quizá encienda el móvil, ya ha pasado un mes desde la última vez. A seguir durmiendo. Aunque los vecinos están mucho más ruidosos que de costumbre. Llevan así muchos días. Ya he perdido la cuenta. Menos mal que el petardo que me llamaba al portero automático ya ha dejado de dar la matraca.
Avena con manzana para desayunar, un par de nueces y el saludo al sol. Fabuloso, voy recuperando el ánimo. Alguna vez tendré que hacerlo, voy a encender el móvil pero lo dejaré en silencio.
Una llamada, es Antonia:
-Tía, ¿qué te ha pasado? ¿Estás bien? Pero en serio tía esta vez se te ha ido la pinza del todo. Creo que tienes que ver a un médico o algo. Joder llevas un mes desaparecida. Ni me abrías el portero ni nada. Estaba preocupada. ¿Dónde coño has estado?
- ¿Eras tú la del portero a las ocho todos los putos días? Joder Antonia, ya te lo dije, necesitaba paz y reposo. Alejarme de todo.
- Pero tía, esto te ha costado el trabajo. ¿Dónde has estado todo este tiempo?
- Donde todos, supongo. ¿El trabajo? ¿Me ha costado a mi? ¿Por qué a mí? ¿Por qué al resto no?
- ¿Dónde todos? No bonita, todos hemos estado currando. Tía, llevas sin aparecer por el curro un mes. Un puto mes. Tú y tus mierdas trascendentales… y tan tranquila ahí, hala, desaparecida un mes. Mandas un mensaje que nadie entiende, que necesitas paz mientras esto dure y vas y te desconectas y sales de los grupos, Todo súper misterioso. Sin decir nada más. Es que no son formas. ¡¿Me oyes?!, no son formas. Estábamos todos preocupadísimos. Tu madre me llamó llorando. Me dijo: "esta hija mía, mira que es rara". Joder, no se hacen las cosas así.
- Qué dices, Tía, estás haciendo de esto una montaña. A ver, todos hemos faltado a currar, no sé por qué me despiden a mi sola, no porqué te pones así. Tía, No ha sido para tanto. He decidido vivir esto a mi manera. ¿Habéis ido a trabajar? En serio, ahora soy yo la que no entiende nada.
- Pero todo esto qué coño es, Mari. Tía no entiendo nada.
- Antonia, el confinamiento era de obligado cumplimiento para todo el mundo. El 16 de marzo todos recibimos el mismo mensaje: todos a su casa hasta el 26 de abril.
- Pero tía, en serio, necesitas un médico. ¿De qué coño de confinamiento me hablas? Se te ha ido del todo. Llama al psicólogo ese al que ibas, que se te ha ido la almendra.
- ¿Qué dices Antonia? ¿¡Qué mierda me estás diciendo?!. ¿No hemos estado todos confinados durante más de un mes por el Covid 19? ¿No nos hicieron a todos un despido temporal?
- Pero ¿qué Covi ni que Cova? ¿El muñeco de la expo? En serio tía, esto es muy preocupante. Llama ahora mismo al médico. Y sal de casa, que ya casi es verano.
Edward Hopper. Cape Cod Morning.

8 comentarios:

  1. Me identifico totalmente con esa sensación de irrealidad de tu protagonista. Igual estamos en un sueño, igual esto no nos está pasando... Un beso

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    1. Eso de que la realidad supera a la ficción debe ser real, porque esto no cabía en las expectativas de nadie yo creo.
      Me alivia que sea una sensación compartida.
      Un abrazo muy grande y gracias por acercarte.

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  2. ¡Vaya con la Mari! menos mal que siempre hay Antonias en esta vida.
    Yo veo como sueño que te parezca un sueño. Es proyección de un deseo, pero también de un miedo...

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    1. Totalmente, entre deseo y miedo.
      Pendiente de una llamada de mi Antonia, jajaja!
      Un abrazo y gracias por venir a esta ventana.

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  3. Me encantan esos finales sorprendentes. Has conseguido que me enganche a tus entradas literarias. Que continúen!

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    1. ¡Muchas gracias! Los finales así son casi un vicio :)
      Un abrazo grande y gracias por acercarte.

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  4. Si. Quizá todo haya sido un sueño, como ese viejo truco para resolver un guión imposible ya de reconducir a la cordura.
    Pero, ¿Y si esto es la realidad y aquella vida es un sueño? El mundo real éste en contacto con nosotros mismos, de la introspección constante, aquel otro, el de las rutinas ficticias, el del marketing, el de aparentar y hacer siempre lo que se espera de cada cuál, la representación diaria en el Gran teatro del mundo la mentira, la ficción, el sueño, Matrix...

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    1. Desde luego por el rumbo que han tomado las cosas, esto es más ficción que realidad. Hiperrealidad, como decía Baudrillard.
      Gracias por acercarte. Un abrazo grande.

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