Al hilo de las ensoñaciones...

domingo, 3 de mayo de 2020

"The power of love"


Me acuerdo de esos días como si hubieran sido un sueño evanescente. Fueron días que pasaron demasiado rápido. Aún no estoy muy segura de que fueran reales, de que todo eso fuera real. Es inevitable pensar cómo hubiera sido mi vida si no me hubiera ido nunca en Enero. Mi vida allí todavía reposa en el futuro que nunca fue y que nunca será.
Me acuerdo de esos días con una mezcla extraña de incandescencia, libertad y miedo. Picando la piedra de muros que no acertaba a ver, dando martillazos a ciegas, con una sonrisa, con el sabor de todos esos besos en la boca, los reales y los soñados.
Recuerdo esos días y acuden en la misma medida el llanto y la alegría, todo a un tiempo, una compleja mezcla que no sé digerir. Y es que lo dejé aparcado, cerré la puerta de todas las tardes y noches, la cerré de golpe sin mirar atrás. Me subí al coche, salí de mi ciudad y de mi vida hacia la intemperie, sin posibilidad de retorno.
Allí quedó Madrid y mi vida entonces. Para siempre.
Recuerdo esos días libres. Nos recuerdo a todas nosotras y mi fuerza ciega, sin control. Hacía las cosas porque no sabía que eran imposibles. ¿Será esto una crisis de madurez? No lo sé, pero pienso en mi vida entonces y el caso es que estoy llorando como hacía tiempo que no lo hacía. Me echo de menos entonces. No sé que echo de menos, no sé qué he perdido. Quizá he perdido la ignorancia, la suave inconsciencia. Ahora me busco en esa libertad. Busco el camino de vuelta a casa.
Me acuerdo tanto de sus cuerpos, de mi deseo, me acuerdo del amor que me quemaba, literalmente, me abrasaba: las horas ardían como papel entre nuestras pieles, se deshacían los nudos que nos pudieran atar a lo convencional. Miro y no sé qué he perdido por el camino. ¿Qué he perdido? ¿Por qué se me ha instalado esta color en la mirada? ¿Por qué no soy capaz de vez la vida así, como la veía antes, rellenando de sueños lo que desconocía? No soy capaz de engañarme más. Echo de menos mis mentiras, echo de menos las calles, echo de menos lo imposible, echo de menos tirar muros, todos.
Por eso no soporto las lecciones de libertad. No soporto más la superficialidad, no aguanto las mentiras de los otros, porque yo ya viví las mías. Mis mentiras y mis verdades. Transgredí los límites mentales tantas veces que no quiero más lecciones de librepensamiento. Quiero algo mucho más sencillo: mi camino, el camino que los años y yo misma hemos ido llenando de maleza.
La tarde es cálida, levanto la mirada y ahora con serenidad intuyo, que incluso con maleza, es muy probable que ese camino me haya llevado hasta aquí.

2 comentarios:

  1. ¿Puede haber caminos sin maleza?
    Algunos, de tan pisados parecen asfaltados, cubiertos por una fina y resistente membrana de puro artificio.
    Los que llevan a uno mismo son siempre terreros, a merced de la lluvia y el barro que nos deja, cubiertos por maleza que engaña nuestra vista.
    Salud y buen camino.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. De tan manido que está el verso se nos olvida la verdad que encierra, y es que "se hace camino al andar".
      Tienes razón, los caminos siempre tienen maleza, pero menos maleza si se caminan con frecuencia, el problema es cuando se abandonan para transitar el asfalto.
      Buen camino!

      Eliminar