Mi amiga keiko lo llama dragón de niebla, la imagen me pareció tan bonita y oriental como ella. Un inmenso dragón de niebla serpeando por los valles, extendiendo su enorme cuerpo etéreo por los pueblos, los bosques. Amenazando con cubrir el sol en las cimas. Un dragón que va venciendo la luz de sol, que poco a poco e implacablemente, se abre paso en su cuerpo mágico. Esperanza retornada, la espada solar vence.
Yo veo mares de niebla, atmósferas amnióticas que nos guardan el la oscuridad del vientre materno del valle. Luces lejanas e inciertas se asoman por encima de nuestras cabezas y tiñen de magia los espacios invisibles. Donde el ojo no ve, la imaginación crea. Y así, el sitio que es se convierte en el que podría ser.
Jirones prendidos de las ramas. El sol nos abre al mundo.
Nacemos del valle cada día.