Es más sencillo ser consciente del paso del tiempo cuando se
cambia de tierra. Llega la despedida y la inevitable vista atrás. El repaso de las
caras, los nombres, las expresiones y los cielos de este nuevo hogar temporal.
Las Bardenas |
Y así, y dejando el rastro del fuego del hogar que pronto
barrerá el nuevo otoño, los minutos van cerrando la melodía principal en una
silenciosa cadencia.
Me entretengo en las luces, pensando que ellas podrán hacerme
entender el sentido de todo esto. Voy mirando sombras buscando en el contraste un
rastro del significado de la distancia. Pero nada lo tiene, lo único real es el
momento, los momentos, el aquí, el “en este momento”.
En un collar de horas voy engarzando los recuerdos de este
año para que no se me escape la vida. Siempre elegimos tareas prometeicas, la vida
no son las fotografías de la caja del armario.
La chica del espejo y yo vamos buscando surcar el rostro de
arrugas bonitas. Vamos diciendo adiós otro año más. Adiós a todas las personas
que compusieron el día a día, a las que dieron cierta racionalidad a la soledad
y contribuyeron a enriquecerla. Adiós al primer contacto con la terminación
aguda de todas las palabras. Adiós a la estepa y a las aves que nos acercaron a la idea de lo sublime. Adiós a las rocas pacientes.
Hola de nuevo, Adiós.
Hola de nuevo, Adiós.