De entre todas las mujeres, una reclama sangre. De entre todas, apenas sin sostener el peso
de mil, hoy una quiere sangre: obscena, cruel, aún sin domesticar, es sexo que se escapó a la doma.
La preferida, la más odiada.
Mientras otra calla y busca la mordaza por miedo, no quiere que hable. Se tapa los oídos y canta para dentro.
Pero hay una que se abraza las rodillas y se muerde el
labio, piensa rápido, rápido
antes de que se seque el barro.