Sucede que debería ahondar la angostura de ciertas horas insomnes, veladas de hambre atro, donde la belleza ya, distorsión de soledades, hace la calle de noche.
Sucede que debería devorar estas migajas de presencias desleídas, atrincherarme sin más en un recodo, a salvo.
Y vomitar con prudencia la orquídea corrosiva.