Soledad infonda, soledad antigua, soledad desconocida.
Abisal.
Soledad echando raíces, instalando vacíos, alimentando angustias, relegando a niños el adulto que somos.
Soledad conocida.
Parece que no te vas a marchar hasta que nos veamos las caras.
Sin concesiones, nos obligas a mirar.
Un abrazo te haría irte, quizá acunarte como a un bebé.
Vienes descarada, solemne y firme. No dudas, tú nunca dudas, eres pura presencia sin dobleces ni fisuras. Eres el vacío que se encarna en las manos. Vienes para quedarte.
¿Qué hacer contigo? No hablas, te quedas quieta con la mirada fija, algo enfadada, algo impaciente, frágil.
Tú reclamas firmeza. ¿El suelo es tan seguro? ¿Es eso lo que pides? ¿No caer?
A veces atenazas la garganta con tu mirada de niña enfadada. ¿Qué quiere una niña enfadada?
Ahora estás aquí, a mi lado, detrás de mí. Eres la tarea que no puede esperar a mañana
Lo mejor sería, caer a tu lado y dormir, abrazar tu amarga silueta, colmarte de cariño y hacerte retornar al tiempo ignoto sin nombre de donde sales.
Adultos llamándolo soledad existencial, niños reclamando compañía.
Soledad