Acercarse al fuego un paso más.
Como una polilla a la luz, la pupila se acerca a la verdad incluso sabiendo que
se puede llegar a quemar en ella. Venciendo el miedo a bordear el abismo,
camina de puntillas mirando al infondo suelo de la existencia y disfrutando a
ratos de ese paseo por las estrellas.
Casi ingrávida, descalza, con
miedo y deseo de caer en la pregunta sin respuesta, parece no temer más al
sinsentido, lo asume y lo abraza. Juega como lo hace una niña que ignora al
mundo para crear el suyo propio. Ha llegado a la pregunta y tejerá con sus propias
raíces la respuesta.
La incansable procura arrastra
hacia sendas ocultas tirando de las entrañas hacia lo velado, en un camino sin
retorno. Sabe que lo abisal le ha llenado el alma irremediablemente y que ya es
tarde para casi todo, especialmente para pensar como sería si ese día hubiese estado
sorda al aire y al fuego, ajena a la tierra, ausente al agua. Ese día no habría
tenido el arrojo necesario para dar un paso más y acercarse a la luz hipnótica
que le ha abrazado para siempre la mirada.