Querida mía,
Apenas puedo recordar un solo
instante de mi vida que no estuviera bañado por tu luz. Te escribo ahora desde
el otro lado para contarte que, aunque ya no estemos juntas, nunca dejaré de
echarte de menos. Sin ti en este sitio las cosas tienen unos colores mucho más
nítidos y las formas se recortan de una manera algo menos difusa. Tardaré en
acostumbrarme a ver las siluetas tan evidentes.
Por otro lado y de momento, este
hecho me está permitiendo acercarme a la realidad con toda la curiosidad de la que
soy capaz. La cantidad de matices despiertan en mi alma de botánica un deseo
intenso de conocerlo cada rincón, cada planta, cada tallo y cada pequeño liquen
; todo enciende la llama de la alegría por lo recién descubierto.
El viaje ha sido larguísimo.
Tren, autobús y taxi hasta este sitio recóndito. No llegué cansada, tenía tanta
emoción por saber cómo sería la casa y por empezar la investigación, que al
llegar lo primero que hice fue recorrer los alrededores. La casa más cercana
está a un kilómetro. Creo que tendré la tranquilidad que necesito para hacer la
tesis.
Mi habitación es muy sencilla,
paredes y suelo de madera, con una decoración austera, los visillos de encaje
de Camariñas y un jarrón de cristal son los únicos adornos, esta mañana cogí
unas calas para adornarla. Hay estanterías en gran parte de la estancia, están
repletos de libros de botánica, zoología y biología, ahí he colocado mis
cuadernos y las plumas.
El sitio es suficientemente
amplio como para poder separar los ambientes, la mesa para comer, la mesa para
clasificar las plantas y el rincón donde leer y escribir por la tarde (da el
sol del poniente). La cama de un metro cinco también está en el mismo sitio, en
un rincón discreto y tranquilo con una pequeña ventana que da a la montaña. Lo
único separado es el baño y la cocina que está tras un medio tabique.
Lo que más me gusta es el hermoso
ventanal que da al lago. Imagínate, casi una pared de cristal de lado a lado.
La luz que filtra la casa es maravillosa. A mediodía el sol entra en la mesa de
comer y la luna cuando está llena se ve desde el ventanal que da a la cama. Al
no haber más casas cerca puedo ver las estrellas sobre el agua en los días de
luna nueva, no hay contaminación lumínica. Oigo a los mochuelos por la noche. Estoy
rodeada de vecinos.
Me he traído las botas que te
dije que tiraría, me están resultando la herramienta básica para mis
incursiones en el monte. Cómodas y fuertes, hice bien en hacerte caso y no
tirarlas. Este sitio es uno de los lugares con mayor cantidad de especies por
metro cuadrado. La tarea de clasificar todo va a ser muy larga. Espero que tanto
las botas como la chaqueta de lana aguanten bien la intemperie.
Estoy tan contenta con esta nueva
etapa que cada día es una nueva aventura. Pero no temas, no te olvidaré nunca. Crecí
contigo en la retina y de algún modo serás la pasajera que siempre me acompañe
mi amada, queridísima Nostalgia.
Te escribiré pronto, tuya
siempre,
S.