Una estrecha franja en el gris helado. Un vacío
espacio-temporal que pone en marcha la huida hacia ninguna parte. Evasión, punto
de fuga.
“Recuerda, cuerpo” las tardes de verano. El sol y la piel
expuesta a la languidez estival.
El tiempo detenido; alguien lo ha extraviado en mitad del invierno.
Sol, calma y piel.
Las horas muertas y la respiración entrecortada marcan el compás de una
cadencia hedonista. Una mano sigue el
mapa infinito del deseo.
Horas llenas, horas vacías, horas perdidas. Lejos. Imposible.
Verano.
Un susurro quedo detiene los segundos de golpe. El gris
olvidado se ha roto definitivamente.
Aquí, fuera del mundo, unos labios han entrado en llamas.
Hoy
es nunca, eterna tarde de verano.
Hermosa ensoñación que parece adivinar otro tiempo, otro sentir, que se manifiesta a quien sabe aguardar y no vive en la impaciencia del reloj. Gracias por tus palabras.
ResponderEliminarEse tiempo presente tan difícil de vivir.
ResponderEliminarGracias a ti, David.
Muy bonito, hace volar la mente, hace sentir y transporta a otros lugares.
ResponderEliminarMuchas gracias, Esther. La verdad es que fue escrito con la mente en otra parte :)
EliminarCon la mente en otra parte, en el tiempo de los deseos cumplidos, al menos de algunose; eltiempo en que te dejarás mecer ya sin prisas, con la satisfacción del trabajo bien hecho.xx
ResponderEliminarComo se dice en Galicia, ya me tarda que llegue. Mientras hay que seguir haciendo lo que se debe.
EliminarUn abrazo grande.