Segunda parte
20 de marzo de 2020
Hoy la idea de la muerte a nivel
global ha visitado el silencio de forma intermitente. Una preocupación que no
dejo crecer demasiado por si acaso no la pudiera gestionar. Temo que creciera
más y no entraramos las dos en casa. Así que hoy la he tenido de invitada a mi lado y se ha sentado a la mesa, la he
dejado hablar para que pudiera irse en paz.
La imagen de los féretros
apilados en Bérgamo, donde estuve este verano, me parece inverosímil. La muerte
en nuestro mundo occidental parece inverosímil, no esta muerte, ni la guerra,
ni el sufrimiento, ni el miedo. Todo eso está en los márgenes de nuestra
realidad, y ahora una parte del margen ha invadido la cotidianeidad. ¿Cómo es
entonces el margen para los que no tienen nada? Nunca salimos realmente del
sueño ilustrado, en el fondo no se aprendió. Pensamos que éramos intocables,
que el progreso (“¿Progreso?”) nos había hecho casi invencibles. Y hoy, como
sucedió con Fukushima, la vida de nuevo nos sacude y nos recuerda a algunos
humanos (porque otros ya lo sabían) que somos funambulistas de cristal cruzando
el universo. Y mientras, en mi monólogo interior pienso en las prostitutas que
hay en la calle detrás de la mía. Son muy mayores y me pregunto de qué vivirán
estos días. De todos mis vecinos, es de ellas de quien más me he acordado. Es sencillo quejarse con una nómina, una casa
y un sistema inmune no comprometido por el sida. Los hay que podemos quedarnos
en casa…
Y de pronto, saliendo de mí he
empezado a tener sentimientos tan enfrentados hacia la humanidad que acababa
derivando la mirada hacia mis plantas para no sentir más. Nos he amado
intensamente y nos he odiado a ratos. Es la ceguera diaria lo que me desespera.
Hoy de pronto es importante que los enfermos tengan televisión gratuita en los
hospitales, ¿Y hace un mes? Hoy sabemos lo dura que es la vida de los autónomos
que no pueden cerrar ¿Y hace un mes? Las personas sin techo son más vulnerables
más… pero ya lo eran. Los ancianos ya morían solos hace un mes… hoy más ¿Por qué
vemos hoy a esas personas y no las veíamos ayer? Porque hoy nosotros, los que
estamos en el lado correcto del margen, hoy nosotros también tenemos miedo, y
quizá de pronto el sueño se ha roto. Ya no somos invencibles, y aunque nunca lo
fuimos, nos hemos puesto tantas veces el disfraz de amos que nos lo hemos
acabado creyendo.
Invencibles con los ojos tapados.
Un enemigo invisible es el peor de todos los enemigos. La idea de cerrar una
frontera a algo microscópico parece una broma de mal gusto.
La idea de la muerte de ha quedado
después de la comida, pero desde la tarde la acompaña la fantasía en la que la
naturaleza toma parte del mundo robado. La imaginación crea baldosas llenas de
hierba y flores en los bordes, animales acercándose sin miedo a las ciudades.
La muerte y la vida se piden el turno de palabra. Chernobil ahora un vergel
radioactivo. Imagina igual nuestras ciudades casi sin humo, gatos casi sin miedo…
Un lugar donde el miedo ha cambiado de bando un poco. Imagina la imaginación lo
mismo que el país de la Bella Durmiente invadido por la maleza.
Mis tomates no le temen al virus,
las plantas que están ajenas a todo me conectan con la primavera… es primavera,
por fin.
Las invitadas probablemente se
quedarán hoy a cenar.
Estoy de acuerdo con que seguimos anclados en la ingenuidad ilustrada.
ResponderEliminarNo sabemos educar para la vida, la de verdad.
Y es una lástima que no sepamos, porque quizá en el fondo esconda una incapacidad para vivir de verdad.
EliminarSoy pesimista en esto, no sé si incluso esto nos despertará de ese sueño ilustrado.
Un abrazo.