Pido perdón a los objetos, es una oración privada entre nosotros. Me responden mudos y atónitos ante mi contrición; se lo piensan dos veces mientras los cojo con la culpa en las manos. Su silencio me reconforta y me atormenta al mismo tiempo. Un rosario íntimo que expía mis pecados.
Símbolos de una narración pasada
que conviven con la alegría, la tristeza y la soledad de las páginas por
escribir. Los tengo presentes como memoria. Es bueno mirarse desde todos los
ángulos, incluso desde los más oscuros.
Nunca pensé en la utilidad de rezar.
A veces, desde el ateísmo congénito que padezco, echo tanto de menos a Dios…
Estás rezando, y tu oración me conmueve. Es tan espontánea, que el Dios en el cual no crees nace de ella. Un Dios que avanza sobre el perdón esteril para alumbrar futuro.
ResponderEliminarMe alivian tus palabras.
EliminarGracias, porque lo único que pide el perdón es el alivio de un alma inquieta.
"Desde el ateísmo congénito que padezco, echo tanto de menos a Dios..."....Muy bueno. El ateísmo lo veo como una construcción, casi como una prótesis artificial para aplacar una sed, o una caída de la que no hay sujeción. Buñuel decía que "era ateo gracias a Dios", pero eso después de haber pensados en Dios, y en un Dios concreto, definido. Era un teórico, también. Genial tu reflexión.
ResponderEliminarA fin de cuentas, el ateísmo y la creencia son construcciones, como casi todo en la vida humana.
EliminarMe doy cuenta de que siempre he estado muy cerca de cierta idea de Dios, más que mucha gente creyente. Aún sigo esperando creer algún día.
Muchas gracias por acercate.
Un abrazo.