Compré girasoles y pan de centeno, aceitunas negras, sushi y una guirnalda de luces; dos reposa palillos y dos platitos para el tamari. Regué las plantas, adorné mi prosa y coloqué los libros por orden de ilusión. Todo para que entendiera mi gramática barroca.
Y fue así como supe que en esta casa el color de los manteles para cada comida no respondía al azar, sino a la belleza que soy capaz de ver.
Y fue así como comenzó la historia, la mía.
Fue así como se bajó el telón, el tuyo.
Ver lo extraordinario en lo ordinario es, también, pura poesía. Gracias por estos deleites. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias. La verdad estamos rodeados de belleza.
EliminarUn abrazo
Hermosa manera de patentizar que has pasado de página, hermosa.
ResponderEliminarMuchas gracias. Los espectáculos siempre acaban, afortunadamente.
EliminarUn abrazo